Primer Plano: Convención Nacional Democrática
Thursday, September 21, 2006
Sunday, September 10, 2006
México: La injusticia y el desorden
Ni Goethe, semidiós, al afirmar “prefiero la injusticia al desorden” tuvo en cuenta, ni tampoco las cabezas pensantes que se suben al carro de tan sospechosa idea, que los juegos de palabras en política, sobre todo en estos tiempos de lucidez, son tan despreciables para las inteligencias pensantes como peligrosas las bombas.
Porque no hay quien con la cabeza en su sitio pueda pensar que el desorden sólo existe si es visible y tangible. No puede haber quien no repare en que no hay mayor desorden que en la injusticia instituida e invisible y en la grave injusticia social. Tanto Goethe, que quería la paz en las calles a cualquier precio (no hay que olvidar que era Canciller de la República de Weimar), como Enrique Kreuze y todos los turiferarios del sistema ultracapitalista, no pueden querer, como Goethe, la revuelta, la protesta, la denuncia peligrosa y menos naturalmente la revolución, sencillamente porque el poder financiero, mediático y político viven de sus prebendas en la calma total en la calle aunque sea insoportablemente tensa de puertas adentro.
Debido a eso, todos los partidarios que prefieren la injusticia al desorden (externo) se dedican a demoler la figura del candidato López Obrador como enemigo de la democracia. Así, como enemigos, nos presentan también a Evo Morales y sobre todo a Hugo Chávez, que triunfaron abrumadoramente en sus países como iconos de la izquierda auténtica.
Enrique Kreuze hoy, en su artículo “México ¿tercer golpe a la democracia?” argumenta contra López Obrador y a favor de Calderón, sin reparar tampoco en que su argumentario se puede volver como un calcetín. Su parcialidad repulsiva se desvela desde el momento en que afirma que México 'debe' marchar por el camino de Brasil y Chile, no por el de Cuba y Venezuela. ¿Por qué un eximio escritor como Kreuze prefiere ese camino y denuncia la democracia venezolana simplemente porque ésta no es ya del sistema “ultrconservador” taimado donde el capital y sus beneficiarios manejan bien los mecanismos economicistas y empresariales tratándoles sistémicamente a su favor?
“En los 681 años transcurridos desde la fundación del imperio azteca (1325 DC) hasta nuestros días, México ha vivido 196 bajo una teocracia indígena, 289 bajo la monarquía absoluta de España, 106 bajo dictaduras personales o de partido, 68 años sumido en guerras civiles o revoluciones y solo 22 de democracia”. ¡Menudo balance a la hora de evaluar la experiencia democrática en la historia de México!. Poco más o menos igual que la de España. En España, donde a los últimos treinta años tras la dictadura franquista -con el Poder financiero y mediático dominando a más y mejor-, sólo se pueden añadir los cinco convulsos de la II República. ¿Hay o no hay, pues, paralelismo?
Aunque no hubiera habido irregularidades o manipulaciones directas materiales del escrutinio en México, ¿les parece a los Magistrados del Tribunal Electoral débil el motivo, como para no anular unas elecciones por juego sucio, cuando reconocen 'que el presidente Fox intervino en la campaña electoral, que el Consejo Coordinador Empresarial participó ilegalmente y que hubo campaña negra'? Quiénes componían ese Tribunal y quiénes los eligieron, sería otra de las muchas preguntas que hay que hacerse en este fraude descomunal. Porque no es probable que López Obrador haya tenido mucha participación en el acuerdo final para elegir a los Magistrados del Tribunal, y menos para asegurarse de su imparcialidad.
Pero es que además, la injerencia del Gobierno federal, la utilización de programas sociales oficiales para captar votos, la intervención de autoridades locales a favor de Calderón, la participación de Aznar en un acto del PAN donde pidió el voto para Calderón, la apertura de paquetes electorales... no hacen más que apuntar al chanchullo, al pucherazo, a la bajeza política y al abuso del poder institucional que se situó descaradamente a favor del candidato Calderón. Todo ello hace de estas elecciones y de ese Tribunal Electoral la mayor infamia en la materia, después de más de lo mismo en las primeras elecciones en que salió Bush bendecido por el Tribunal de Florida ante el que, por los mismos motivos que ahora en México, fueron inútilmente impugnadas.
Estas cosas no tienen remedio en los países de mentalidad electoral bananera, entre los que se encuentran a la cabeza Estados Unidos y España. Solo la Revolución puede remediarlo. Solo la solución B puede con el capitalismo, el centralismo y la prepotencia desde que hubo que apear con la guillotina a reyes y aristócratas, o tomar el Palacio de Invierno. El Poder, está visto, solo puede tener dos caras: o es supercivilizado como lo es en los países hiperbóreos, o si no, tiene que ser necesariamente revolucionario.
Lo que sucede en México, en España y en Estados Unidos es que unos tienen el poder y el dinero y blindada su vida, y el resto anda dando tumbos de acá para allá buscando cómo asegurarse un mínimo de estabilidad económica o el modo de sobrevivir. Y así no puede nadie formarse un criterio ponderado. Porque además, empresarios, medios, poder financiero y poder político asentado, no se dedican a otra cosa que a aturdir más. De ahí la radicalidad, de ahí la necesidad de extremar posturas políticas e ideológicas. Ante tanta confusión bien planeada y propia del río revuelto, todo el mundo sabe que sólo ganan siempre al final los mismos pescadores. Por eso López Obrador no debe transigir.
En resumen, la injusticia sólo puede repararse con el desorden que se propone mantener López Obrador en México. Y cuanto más persevere en ello, más probabilidades hay de evitar ese despojo miserable...
Porque no hay quien con la cabeza en su sitio pueda pensar que el desorden sólo existe si es visible y tangible. No puede haber quien no repare en que no hay mayor desorden que en la injusticia instituida e invisible y en la grave injusticia social. Tanto Goethe, que quería la paz en las calles a cualquier precio (no hay que olvidar que era Canciller de la República de Weimar), como Enrique Kreuze y todos los turiferarios del sistema ultracapitalista, no pueden querer, como Goethe, la revuelta, la protesta, la denuncia peligrosa y menos naturalmente la revolución, sencillamente porque el poder financiero, mediático y político viven de sus prebendas en la calma total en la calle aunque sea insoportablemente tensa de puertas adentro.
Debido a eso, todos los partidarios que prefieren la injusticia al desorden (externo) se dedican a demoler la figura del candidato López Obrador como enemigo de la democracia. Así, como enemigos, nos presentan también a Evo Morales y sobre todo a Hugo Chávez, que triunfaron abrumadoramente en sus países como iconos de la izquierda auténtica.
Enrique Kreuze hoy, en su artículo “México ¿tercer golpe a la democracia?” argumenta contra López Obrador y a favor de Calderón, sin reparar tampoco en que su argumentario se puede volver como un calcetín. Su parcialidad repulsiva se desvela desde el momento en que afirma que México 'debe' marchar por el camino de Brasil y Chile, no por el de Cuba y Venezuela. ¿Por qué un eximio escritor como Kreuze prefiere ese camino y denuncia la democracia venezolana simplemente porque ésta no es ya del sistema “ultrconservador” taimado donde el capital y sus beneficiarios manejan bien los mecanismos economicistas y empresariales tratándoles sistémicamente a su favor?
“En los 681 años transcurridos desde la fundación del imperio azteca (1325 DC) hasta nuestros días, México ha vivido 196 bajo una teocracia indígena, 289 bajo la monarquía absoluta de España, 106 bajo dictaduras personales o de partido, 68 años sumido en guerras civiles o revoluciones y solo 22 de democracia”. ¡Menudo balance a la hora de evaluar la experiencia democrática en la historia de México!. Poco más o menos igual que la de España. En España, donde a los últimos treinta años tras la dictadura franquista -con el Poder financiero y mediático dominando a más y mejor-, sólo se pueden añadir los cinco convulsos de la II República. ¿Hay o no hay, pues, paralelismo?
Aunque no hubiera habido irregularidades o manipulaciones directas materiales del escrutinio en México, ¿les parece a los Magistrados del Tribunal Electoral débil el motivo, como para no anular unas elecciones por juego sucio, cuando reconocen 'que el presidente Fox intervino en la campaña electoral, que el Consejo Coordinador Empresarial participó ilegalmente y que hubo campaña negra'? Quiénes componían ese Tribunal y quiénes los eligieron, sería otra de las muchas preguntas que hay que hacerse en este fraude descomunal. Porque no es probable que López Obrador haya tenido mucha participación en el acuerdo final para elegir a los Magistrados del Tribunal, y menos para asegurarse de su imparcialidad.
Pero es que además, la injerencia del Gobierno federal, la utilización de programas sociales oficiales para captar votos, la intervención de autoridades locales a favor de Calderón, la participación de Aznar en un acto del PAN donde pidió el voto para Calderón, la apertura de paquetes electorales... no hacen más que apuntar al chanchullo, al pucherazo, a la bajeza política y al abuso del poder institucional que se situó descaradamente a favor del candidato Calderón. Todo ello hace de estas elecciones y de ese Tribunal Electoral la mayor infamia en la materia, después de más de lo mismo en las primeras elecciones en que salió Bush bendecido por el Tribunal de Florida ante el que, por los mismos motivos que ahora en México, fueron inútilmente impugnadas.
Estas cosas no tienen remedio en los países de mentalidad electoral bananera, entre los que se encuentran a la cabeza Estados Unidos y España. Solo la Revolución puede remediarlo. Solo la solución B puede con el capitalismo, el centralismo y la prepotencia desde que hubo que apear con la guillotina a reyes y aristócratas, o tomar el Palacio de Invierno. El Poder, está visto, solo puede tener dos caras: o es supercivilizado como lo es en los países hiperbóreos, o si no, tiene que ser necesariamente revolucionario.
Lo que sucede en México, en España y en Estados Unidos es que unos tienen el poder y el dinero y blindada su vida, y el resto anda dando tumbos de acá para allá buscando cómo asegurarse un mínimo de estabilidad económica o el modo de sobrevivir. Y así no puede nadie formarse un criterio ponderado. Porque además, empresarios, medios, poder financiero y poder político asentado, no se dedican a otra cosa que a aturdir más. De ahí la radicalidad, de ahí la necesidad de extremar posturas políticas e ideológicas. Ante tanta confusión bien planeada y propia del río revuelto, todo el mundo sabe que sólo ganan siempre al final los mismos pescadores. Por eso López Obrador no debe transigir.
En resumen, la injusticia sólo puede repararse con el desorden que se propone mantener López Obrador en México. Y cuanto más persevere en ello, más probabilidades hay de evitar ese despojo miserable...
11/9: Se tambalea la historieta oficial.
Alfredo Jalife-Rahme.
La Orwellcracia entró a su fase de consolidación con la llegada de Baby Bush al poder, cuando los multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona cesaron de informar para consagrarse a publicitar la agenda bélica del complejo militar-industrial, en la que destaca el manejo poco riguroso de los atentados del 11 de septiembre que transformaron dramáticamente la vida en el planeta.
La mendacidad multimediática de la tripleta israelí-anglosajona ha alcanzado grados inconcebibles y asombra que sus ciudadanos comiencen a despertar de su letargo. Durante la guerra de 34 días contra Hezbollah, los israelíes creyeron más los asertos del líder chiíta Hassan Nasralá que a sus voceros gubernamentales, según el Instituto Ben Gurion de la Universidad Beer Sheva (Yedioth Ahronoth, 7/9/06). El "síndrome Rubén Aguilar", el mendaz cuan pueril portavoz foxiano, cunde en las capitales del neoliberalismo volcado a desinformar.
Las doctrinas del unilateralismo y sus guerras permanentes en el contexto del choque de las civilizaciones (Fukuyama, Wolfowitz y Huntington), surgidas como producto de la disolución de la URSS, promueven el engaño (v.g las "nobles mentiras") como arma política para que las elites puedan gobernar, según las enseñanzas hobbesianas del filósofo antidemócrata israelí-alemán Leo Strauss, con el fin de contrarrestar las "verdades letales" al estilo de Nietzche.
Poco se conoce en los multimedia orwellianos que controla la banca israelí-anglosajona, el charlatanismo anticientífico del racista Samuel Phillips Huntington quien, desde la dirección del Centro de Estudios Internacionales de Harvard, además de tener vínculos en los más altos niveles de la seguridad nacional, se atrevió a desear formar parte de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias, que rechazó dos veces su forzada nominación en 1986 debido a la tenaz oposición de Serge Lang, profesor emérito de matemáticas de la Universidad de Yale, quien lo exhibió como un notorio anticientífico, sobre lo que abundó en su libro Desafíos.
Lang se basó en las evidencias de Neal Koblitz, otro gran matemático de la Universidad de Washington y creador de la "curva híper-elíptica en criptografía", quien acusó a Huntington de mal utilizar las matemáticas para enfrascarse en los artilugios de una seudo-ciencia que distorsiona los hallazgos históricos mediante seudoecuaciones con el fin de que sus conclusiones parezcan más convincentemente edulcoradas. Es el caso similar en México del orwelliano antidemócrata Enrique Krauze Kleinbort, quien sin usar matemáticas abusa de su soliloquio plutócrata, afín al unilateralismo de la banca israelí-anglosajona, para violentar la historia contemporánea gracias al apoyo multimediático que le procuran el Grupo Monterrey, Roberto Hernández Ramírez y Carlos Salinas de Gortari, que han llevado la desinformación a niveles del totalitarismo soviético.
Está bien que los servicios secretos de Alemania (el reporte BND), Francia y Rusia, no hayan avalado la versión bushiana del 11/9. Es entendible que el mayor general Yahya Rahim Safavi, supremo comandante del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos de Irán, fustigue que la "administración Bush y los servicios secretos israelíes del Mossad perpetraron los atentados criminales del 11/9 con el fin de aplicar su estrategia bélica de guerra preventiva y unipolarización para dominar Medio Oriente(...) la estrategia de los neoconservadores era dominar los abundantes recursos energéticos del golfo Pérsico para controlar Europa, China e India, y así llevar al mundo al estado unipolar" (Iran, Focus, 6/9/06).
Pero llama poderosamente la atención que 36 por ciento de los estadunidenses no crea la versión oficial, como resalta Paul Craig Roberts, anterior secretario asistente del Tesoro en el gobierno de Reagan: "Cinco años después y todavía no sabemos" (ICH, 7/9/06).
La contracorriente es tan poderosa que los multimedia del establishment no han tenido más remedio que difundir a cuentagotas el punto de vista contrario del "Movimiento de la verdad del 11/9" que ha cobrado notoriedad global. ¿El maravilloso Internet destruirá las mendacidades bushianas?
Las teorías conspiratorias forman parte de la sicología colectiva de Estados Unidos, tan proclive a la paranoia. Las conspiraciones no existen hasta que se demuestran, lo cual no es una tarea sencilla para los honestos ciudadanos carentes de las herramientas para verificar sus inquietudes. Las teorías conspiratorias, desde las más alocadas hasta las más razonables, son abonadas cuando las versiones oficiales se tambalean por insustentables.
Como que suena fantásticamente increíble que "19 terroristas árabes" (Nota: cinco de ellos están vivos, pero a nadie le conviene difundirlo) dirigidos por un barbudo fundamentalista islámico desde las cuevas de Afganistán -además, ex agente de la CIA y anterior socio petrolero del nepotismo dinástico de los Bush-, haya horadado la tecnología de ensueño de la otrora superpotencia unipolar que exhibió tantas fallas grotescas en materia de seguridad.
Paul Craig enuncia que "existen tantos agujeros en la versión oficial que la hacen poco creíble, así como poca evidencia para sostenerla", y se pregunta: "¿Cocinó el gobierno una historieta?" Aduce que la "ínfima energía de una aeronave, un poco de combustible de jet y la gravedad no pudieron haber colapsado los tres edificios", y enjuicia el reporte de la comisión del 11/9 (seguramente entrenada por la PGR y el IFE de México).
El israelí-estadunidense Larry Abraham Silverstein, a cargo de la renta de las tres torres (las gemelas y el tercer edificio WTC-7) que cobró el doble del monto asegurado, confesó que la tercera torre WTC-7, destruida por la tarde, fue demolida porque no podían detener el fuego que, curiosamente, nunca había alcanzado sus estructuras. ¿Se trató de una "demolición controlada"?¿O Silverstein quiso cobrar más por sus seguros?
De la lista aportada por la inmaculada FBI sobre la identidad de "19 terroristas árabes" implicados, destaca el supuesto piloto saudita Waleed Al Shehri, quien supuestamente murió en el atentado, y quien vivía, como otros cuatro enlistados, 12 días más tarde en Casablanca, Marruecos (BBC, 23/11/01). Cinco años más tarde, el piloto "asesinado" por la FBI persiste en proclamar desde Marruecos tanto su existencia como su inocencia. ¿Quienes fueron, entonces, los pilotos y/o conductores automáticos de los aviones estrellados?
Sobre el tercer avión, estrellado en el Pentágono en circunstancias todavía más mágicas, no vale la pena perder el tiempo.
Steven Jones, profesor de física de Brigham Young University, fue obligado a abandonar su trabajo por haber sugerido que se trató de un autoatentado (ksl.com, 8/9/06), al estilo del oaxaqueño José Murat.
Insignes científicos, ingenieros y profesores de Estados Unidos han desmontado y desmentido la versión oficial que violenta todas las leyes de la física y que a final de cuentas desemboca en la teoría conspiratoria de Baby Bush sobre la amenaza islámica global para llevar agua a su bélico molino petrolero. ¿Sabremos algún día que pasó realmente el 11/9?
La Orwellcracia entró a su fase de consolidación con la llegada de Baby Bush al poder, cuando los multimedia controlados por la banca israelí-anglosajona cesaron de informar para consagrarse a publicitar la agenda bélica del complejo militar-industrial, en la que destaca el manejo poco riguroso de los atentados del 11 de septiembre que transformaron dramáticamente la vida en el planeta.
La mendacidad multimediática de la tripleta israelí-anglosajona ha alcanzado grados inconcebibles y asombra que sus ciudadanos comiencen a despertar de su letargo. Durante la guerra de 34 días contra Hezbollah, los israelíes creyeron más los asertos del líder chiíta Hassan Nasralá que a sus voceros gubernamentales, según el Instituto Ben Gurion de la Universidad Beer Sheva (Yedioth Ahronoth, 7/9/06). El "síndrome Rubén Aguilar", el mendaz cuan pueril portavoz foxiano, cunde en las capitales del neoliberalismo volcado a desinformar.
Las doctrinas del unilateralismo y sus guerras permanentes en el contexto del choque de las civilizaciones (Fukuyama, Wolfowitz y Huntington), surgidas como producto de la disolución de la URSS, promueven el engaño (v.g las "nobles mentiras") como arma política para que las elites puedan gobernar, según las enseñanzas hobbesianas del filósofo antidemócrata israelí-alemán Leo Strauss, con el fin de contrarrestar las "verdades letales" al estilo de Nietzche.
Poco se conoce en los multimedia orwellianos que controla la banca israelí-anglosajona, el charlatanismo anticientífico del racista Samuel Phillips Huntington quien, desde la dirección del Centro de Estudios Internacionales de Harvard, además de tener vínculos en los más altos niveles de la seguridad nacional, se atrevió a desear formar parte de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias, que rechazó dos veces su forzada nominación en 1986 debido a la tenaz oposición de Serge Lang, profesor emérito de matemáticas de la Universidad de Yale, quien lo exhibió como un notorio anticientífico, sobre lo que abundó en su libro Desafíos.
Lang se basó en las evidencias de Neal Koblitz, otro gran matemático de la Universidad de Washington y creador de la "curva híper-elíptica en criptografía", quien acusó a Huntington de mal utilizar las matemáticas para enfrascarse en los artilugios de una seudo-ciencia que distorsiona los hallazgos históricos mediante seudoecuaciones con el fin de que sus conclusiones parezcan más convincentemente edulcoradas. Es el caso similar en México del orwelliano antidemócrata Enrique Krauze Kleinbort, quien sin usar matemáticas abusa de su soliloquio plutócrata, afín al unilateralismo de la banca israelí-anglosajona, para violentar la historia contemporánea gracias al apoyo multimediático que le procuran el Grupo Monterrey, Roberto Hernández Ramírez y Carlos Salinas de Gortari, que han llevado la desinformación a niveles del totalitarismo soviético.
Está bien que los servicios secretos de Alemania (el reporte BND), Francia y Rusia, no hayan avalado la versión bushiana del 11/9. Es entendible que el mayor general Yahya Rahim Safavi, supremo comandante del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos de Irán, fustigue que la "administración Bush y los servicios secretos israelíes del Mossad perpetraron los atentados criminales del 11/9 con el fin de aplicar su estrategia bélica de guerra preventiva y unipolarización para dominar Medio Oriente(...) la estrategia de los neoconservadores era dominar los abundantes recursos energéticos del golfo Pérsico para controlar Europa, China e India, y así llevar al mundo al estado unipolar" (Iran, Focus, 6/9/06).
Pero llama poderosamente la atención que 36 por ciento de los estadunidenses no crea la versión oficial, como resalta Paul Craig Roberts, anterior secretario asistente del Tesoro en el gobierno de Reagan: "Cinco años después y todavía no sabemos" (ICH, 7/9/06).
La contracorriente es tan poderosa que los multimedia del establishment no han tenido más remedio que difundir a cuentagotas el punto de vista contrario del "Movimiento de la verdad del 11/9" que ha cobrado notoriedad global. ¿El maravilloso Internet destruirá las mendacidades bushianas?
Las teorías conspiratorias forman parte de la sicología colectiva de Estados Unidos, tan proclive a la paranoia. Las conspiraciones no existen hasta que se demuestran, lo cual no es una tarea sencilla para los honestos ciudadanos carentes de las herramientas para verificar sus inquietudes. Las teorías conspiratorias, desde las más alocadas hasta las más razonables, son abonadas cuando las versiones oficiales se tambalean por insustentables.
Como que suena fantásticamente increíble que "19 terroristas árabes" (Nota: cinco de ellos están vivos, pero a nadie le conviene difundirlo) dirigidos por un barbudo fundamentalista islámico desde las cuevas de Afganistán -además, ex agente de la CIA y anterior socio petrolero del nepotismo dinástico de los Bush-, haya horadado la tecnología de ensueño de la otrora superpotencia unipolar que exhibió tantas fallas grotescas en materia de seguridad.
Paul Craig enuncia que "existen tantos agujeros en la versión oficial que la hacen poco creíble, así como poca evidencia para sostenerla", y se pregunta: "¿Cocinó el gobierno una historieta?" Aduce que la "ínfima energía de una aeronave, un poco de combustible de jet y la gravedad no pudieron haber colapsado los tres edificios", y enjuicia el reporte de la comisión del 11/9 (seguramente entrenada por la PGR y el IFE de México).
El israelí-estadunidense Larry Abraham Silverstein, a cargo de la renta de las tres torres (las gemelas y el tercer edificio WTC-7) que cobró el doble del monto asegurado, confesó que la tercera torre WTC-7, destruida por la tarde, fue demolida porque no podían detener el fuego que, curiosamente, nunca había alcanzado sus estructuras. ¿Se trató de una "demolición controlada"?¿O Silverstein quiso cobrar más por sus seguros?
De la lista aportada por la inmaculada FBI sobre la identidad de "19 terroristas árabes" implicados, destaca el supuesto piloto saudita Waleed Al Shehri, quien supuestamente murió en el atentado, y quien vivía, como otros cuatro enlistados, 12 días más tarde en Casablanca, Marruecos (BBC, 23/11/01). Cinco años más tarde, el piloto "asesinado" por la FBI persiste en proclamar desde Marruecos tanto su existencia como su inocencia. ¿Quienes fueron, entonces, los pilotos y/o conductores automáticos de los aviones estrellados?
Sobre el tercer avión, estrellado en el Pentágono en circunstancias todavía más mágicas, no vale la pena perder el tiempo.
Steven Jones, profesor de física de Brigham Young University, fue obligado a abandonar su trabajo por haber sugerido que se trató de un autoatentado (ksl.com, 8/9/06), al estilo del oaxaqueño José Murat.
Insignes científicos, ingenieros y profesores de Estados Unidos han desmontado y desmentido la versión oficial que violenta todas las leyes de la física y que a final de cuentas desemboca en la teoría conspiratoria de Baby Bush sobre la amenaza islámica global para llevar agua a su bélico molino petrolero. ¿Sabremos algún día que pasó realmente el 11/9?
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